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El Soldado Desconocido.


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Bueno, comencé a escribir esta pequeña historia hace un par de días. La historia está relatada en Azeroth, pero no necesariamente tiene que seguir su historia. Espero que les guste y comenten lo que piensan de ella, sin contenerse. :D 

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El soldado Desconocido.

Muchas son las historias que se cuentan a lo largo y ancho de nuestro mundo, historias sobre hábiles guerreros que lograron lo imposible, aventureros e historiadores que desentrañaron los mayores misterios de Azeroth, sin embargo. Esta historia no tiene mucho que ver con esto, pues, esta reseña trata de un gran hombre, que pese a tener un sueño un tanto infantil e inmaduro, hizo cosa grandes y ayudó a su reino hasta su último aliento, esta es… La Historia del Soldado Desconocido.

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-Elwynn. Año 1 Durante la Primera Guerra.

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Los rumores de que una nueva raza nunca antes vista en Azeroth comenzaba a esparcirse por todo Elwynn, estos seres eran ni más ni menos que; los orcos. Ellos estaban comenzando a traer el terror y la desesperación al pacifico Elwynn. Los soldados tenían que ataviarse con sus placas y afilar sus espadas para plantarles cara a la nueva amenaza, pero cada esfuerzo era en vano, los orcos los superaban en número y fuerza por lo que había que actuar con más calma y planear estrategias menos imprudentes para reducir el número de bajas en el ejercito. El comandante del ejercito ventormentino Anduin Lothar, ordeno a Capitanes y Tenientes de que dieran nuevas órdenes a sus pelotones, de entre estos últimos, un Teniente se acercó a su pelotón y dio órdenes a su Sargento de proteger Crestagrana de las escaramuzas orcas, aquel Sargento se llamaba “Harrys Coltson”, quien asintió a su superior y reunió a sus hombre para partir.

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(Harrys Coltson)

-Preparad todo lo necesario para montar un campamento señores, será una semana muy larga- Dijo Coltson.

Sus hombre taconearon y acto seguido fueron a empacar sus cosas, listos para marchar. Un día fue lo que les tomo a estos soldados llegar a su destino, una vez allí montaron su campamento cerca del poblado y no pasó mucho tiempo para que llegara a sus oídos el avistamiento de orcos en las cercanías, prepararon sus armas y comenzaron a elaborar un plan para derrotarlos, sin embargo. Cuando Harris Coltson y sus soldados vieron el gran número, el tamaño y la absurda fuerza que los orcos tenían, se quedó perplejo unos instantes y dio un largo suspiro…

-¡Soldados de Ventormenta, contendremos a estas bestias con nuestras vidas para defender nuestro reino, no deis ni un paso atrás, pues significaría entregar las vidas de todos los niños y el sacrificio de nuestros antecesores que erigieron este, nuestro reino! –Gritó a todo pulmón el Sargento, ordenando un muro de escudos posteriormente. Los orcos los superaban en número y eso era evidente, pero ningún soldado de Ventormenta retrocedió.

-¡Wells, id en caballo hasta Ventormenta y avisad de que el enemigo se está acercando! -Coltson ordeno a uno de sus soldados y este no lo dudo dos veces y marchó a la capital.

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-¡Cargad, por la Alianza y por el Rey! -La batalla comenzó y ambas fuerzas iban mermándose con cada segundo que pasaba, pero era claro quien estaba recibiendo más golpe en sus filas, y esos eran los hombres al mando de Harris Coltson.

-¡Nos están masacrando señor, debemos retroce… -Un hombre gritó, pero de pronto fue interrumpido por otra voz.

-¡Cerrad el pico soldado y luchad con valor! -Coltson, era quien interrumpía y lo hizo mientras combatía contra uno de los orcos.

Algunos minutos más pasaron y ya no quedaba nada del pelotón del Sargento Harris Coltson y este, había sido alcanzado finalmente por el hacha de un orco, cortándole el pecho en diagonal. Coltson estaba tirado en el suelo, moribundo, viendo los cadáveres de sus soldados con un deje de tristeza y también veía los pocos cadáveres que había de los orcos. El humano pese al dolor y la debilidad que tenía debido a su gran herida, se levantó como pudo y camino entre los cadáveres, con la esperanza de llegar a algún lugar donde pudiera tratarse, sin embargo. Con cada paso que daba, sentía como su cuerpo le iba dejando, alcanzo a ver una figura, borrosa debido a que sus parpados se estaban cerrando y sin mucho más, Coltson cayó nuevamente…

-Ese mismo día, en Crestagrana.

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Hombres, mujeres y niño siendo destrozados por los orcos, Ventormenta en llamas siendo sus banderas tumbadas para alzar unas de color rojo con un extraño símbolo. Fue la pesadilla que tuvo Coltson cuando se despertó de golpe, estaba tumbado  en una cama de paja con el pecho vendado, a su lado estaba una pareja con su crío, estos le miraban preocupados.

-¿Dónde estoy…? –Preguntó Harris, tomándose la frente, con la mano derecha, un poco mareado.

-Al oeste de Crestagrana, una cabaña oculta entre las montañas… Dudo mucho que aquellas bestias nos encuentren aquí. –Respondió el hombre, consciente de la amenaza de los orcos.

Coltson asintió brevemente, dando un suspiro de alivio. Los dueños de la casa comenzaron a pedir explicaciones de qué eran esas bestias y porqué invadían las tierras, él no pudo hacer otra cosa más que explicarles  lo poco que sabía, después de todo le salvaron la vida y se los debía. Al terminar de contarles todo agradeció y les pidió como un último favor que le permitieran volver a esa casa para poder descansar, ya que estaba decidido a liberar Crestagrana de la amenaza orca. Y así pues, Coltson tomó su espada y marchó, dispuesto  a ayudar a los civiles de Crestagrana.

Las historias comenzaban a escucharse por Elwynn y por Crestragana, de que un hombre encapuchado, portando el tabardo de Ventormenta además, había neutralizado varias hordas de los orcos con planes bien elaborados: desde destruir la torre de una fortaleza para detener el asedio de las bestias, volviendo a estos presas de las flechas de los tiradores, planear emboscadas donde plantaba numerosas trampas que de dejaban a los susodichos orcos incapacitados, entre otras cosas más. Aquellos que alcanzaban a verle, intentaba lo imposible para detenerlo y preguntarle al menos su nombre, pero él prefería permanecer en el anonimato de momento, por lo que todo aquel que alcanzará a verle, gritaba su apodo “El Soldado Desconocido” y poco a poco ese nombre se iba esparciendo por el Reino.

Los orcos finalmente comenzaban a abandonar Crestagrana y el Reino como comenzaba a aumentar sus ánimos nuevamente al no tener tan próximo a su enemigo. Muchos eran los que querían agradecer a este “héroe” anónimo, pero parecía que él no tenía intención de revelar su identidad. Coltson al terminar de ayudar con un pequeño grupo de orcos que aún rondaban por la zona, volvió a aquella casa donde había despertado cuando cayó por primera vez, sin embargo… Algo andaba mal, la puerta estaba destrozada y un poco de sangre estaba derramada en el suelo, escuchó unos pasos pasados tras de sí y volteó… Tarde… Pues, recibió un fuerte puñetazo en la cara, propinado por un orco. Si bien no logró desmayarlo, sí que logró aturdirlo.

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-Aquí te ocultabas maldito cobarde –Le dijo el orco a Coltson, en un extraño común poco entendible.

Coltson se arrastraba, tratando de levantarse, pero realmente estaba aturdido veía borroso y su tenía un ojo ya hinchado por el golpe. El orco se paseo un poco por la casa y al poco volvió frente a Coltson, sosteniendo en la mano derecha el cadáver de un hombre y en la izquierda el cadáver de una mujer. El Soldado frunció el ceño marcadamente y se puso de pie como bien pudo, desenvainando su espada para enfrentarse al orco…

-No seas estúpido humano, no tienes ninguna oportunidad contra mí, aquí no puedes hacer esos trucos que hacías en el campo de batalla –Le dijo el orco, acompañado por una horrorosa y escalofriante risa.

 Acto seguido, corrió hacia Coltson y le clavo el hacha en el pecho, este último no pudo hacer nada para defenderse debido a su estado. El soldado cayó con el hacha clavada en el pecho, escuchando la risa del orco, la cual al poco fue interrumpida por un grito enorme de dolor, el cual él mismo orco emitía… ¿A qué se debía?, pues. Era ni más ni menos que el pequeño que vivía en esa casa, el cual salto y le clavó una daga en la nuca al orco, cayendo inerte tras unos segundos. El pequeño corrió hacia Coltson y le miró preocupado, pero el soldado no hizo más que sonreírle.

-Oye, pequeño desconocido…  Fuiste muy valiente… *tose* Sin duda, lograrás grandes cosas… en esta vida –Coltson estaba en sus últimas nuevamente.

-Nunca supe tu nombre, nadie lo supo, pero. Te agradezco por todo lo que has hecho por esta tierra…  -El pequeño le transmitió sus más sinceros agradecimientos, mirándole con los ojos aguados.

-Hey, pequeño… Soy Harris Coltson, lamento no haberme presentado antes, pero… De niño, siempre tuve el sueño de ser un héroe anónimo. Sé que suena muy inmaduro pero… *ríe y tose* espero puedas entenderlo. Ten, espero que tú puedas continuar con mi sueño… -Coltson tomó su espada y la alzó un poco para que el pequeño pudiera tomarla, sonriendo débilmente.

-Lo-lo haré… -Asintió el pequeño, tomando la espada con un deje de tristeza mientras veía a Coltson.

El soldado asintió lentamente mientras sus ojos se iban apagando de la misma manera, hasta que. Finalmente, el Soldado Desconocido, pereció, con una sonrisa en su rostro.

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