El niño de la meretriz.
La tenue luz de las lámparas, acompañada del humo de cigarrillo que dificultaba la visión de quien estaba poco acostumbrado a aquel tipo de establecimientos era el mundo del joven pelirrojo, quien, como de costumbre atendía a su trabajo como asistente de Madamme Black, una fémina de unos cuarenta años, con un cabello ónice, oscuro debido al tinte, un cuerpo curvilíneo de ensueño y un extravagante, largo vestido color púrpura que terminaba en unos finos zapatos de tacón alto.
La mujer se cruzó de piernas mientras fijaba sus felinos ojos ámbar en l